Malaquías 3:13-18
"Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová.Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti?.Habéis dicho: Por demás es servir aDios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presenciade Jehová de los ejércitos?. Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron aDios y escaparon. Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe;y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces osvolveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve"
Las personas que no han aceptado a Dios, tienen una característica común y es que viven bajo los designios de este mundo.
Se afanan por llegar alto y a medida que avanzan y logran sus metas propuestas nunca se satisfecen con sus logros, sino que siempre aspiran más.
El predicador de Eclesiástes afirma que el ojo humano nunca se sacia, y que finalmente todo es vanidad.
Los hijos de Dios estamos llamados a ser diferentes. Jesús nos enseñaba a no afanarnos por el día de mañana, por la comida, por el vestido y aun por la apariencia física.
Pero el vivir en el mundo hace que de algún modo nos vayamos adaptando a sus costumbres. Dios era celoso en cuanto a que su pueblo escogido Israel no compartiera con los pueblos extraños pues los hombres tomarían mujeres extrañas por esposas y motivados por agradarlas terminarían adorando a sus dioses y teniendo sus costumbres (Esdras C.10) lo que en alguna medida ocurrió.
Al leer este pasaje de Malaquías encontramos que hijos de Dios comenzaron a compararse con hombres incredulos, compararon su bienestar y sus actitudes frente al mundo y concluyeron que por demás era servir a Dios. Sin embargo, Dios los reprende y les recuerda que el galardón de los hijos de Dios no se recibirá en este mundo ni con cosas de este mundo, aunque Dios nos promete prosperar nuestras vidas, puede que en algún minuto tengamos que ser probados y ver como gente incrédula próspera en lo material, o en el trabajo, o en los estudios aunque mas que nosotros.
Tengamos cuidado porque esto solo es un espejismo que el enemigo usa en nuestra contra para que murmuremos contra Dios. Recordemos que nuestra gloria es Cristo y que en los cielos nos espera nuestro galardon. Llegará el día del Señor en que podremos discernir claramente la diferencia entre el mundo y nosotros, entre los hijos de Dios y los que no lo son.
Aquel día todo ojo le vera y toda rodilla se doblegará ante él
A él sea la gloria
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