3:33 de la madrugada, piso 18, terremoto grado 8,3 en Santiago.
Con mi esposo dormíamos plácidamente luego de nuestras vacaciones en el Sur del país. Aunque muchos no nos crean, Dios de alguna forma nos fue avisando, sueños con olas repetitivos entre algunos amigos cercanos y nosotros durante meses anteriores. Aunque no sabíamos lo que vendría de alguna forma estábamos más preparados.
Durante nuestra última semana de vacaciones decidimos volver antes de lo pensado y fue lo mejor.
En mi vida he presenciado dos terremotos, el de 1985 grado 7.4 en Santiago y este último. Bueno todo compatriota sabe que durante su vida deberá al menos afrontar 3 o 4 terremotos y yo ya voy en los 2.
Durante el sismo despertamos rápidamente y por la duración y fuerza supimos que el tema era mayor. En un minuto fue tanto el impacto y el movimiento que con mi esposo clamamos a Dios y oramos para que él hiciera su voluntad con nosotros, ya a esa altura (literalmente) estábamos entregados.
No nos podíamos sostener en pie, así que sentados él en la cama y yo en suelo decidimos esperar a que pasara. El entorno no ayudaba mucho a la tranquilidad, todo oscuro por un corte generalizado de electricidad, gente gritando de otros departamentos y el esqueleto de fierros del edificio que crujía con un sonido muy feo.
Luego cuando finalizó tratamos de buscar una linterna y bajar los 18 pisos antes de las nuevas réplicas (ni me acuerdo como los bajé), tomamos el auto y fuimos a ver a nuestros padres.
En fin, a Dios gracias nuestras familias, amigos y hermanos en Cristo, todos bien.
Siempre vemos la misericordia de nuestro Dios en que no ocurrió un día de semana, en horario laborar, con niños en los colegios. Pudo ser más fatal aún.
En regiones cercanas al epicentro el clima fue de horror. Negligencias de comunicaciones fueron responsables de cientos de muertes.
La lección aprendida, plan de contingencia para mejorar las comunicaciones y los sistemas de alerta. A la comunidad que este siempre preparada con agua, linternas, comida no perecible, etc. . ya que en un país sísmico esto ocurre a menudo.
En cuanto a las congregaciones y pastores, se reunieron para pedirse perdón para arrepentirse, para unirse.
En realidad, le veo mucho más futuro a un plan de contingencia del gobierno.
Con mi esposo dormíamos plácidamente luego de nuestras vacaciones en el Sur del país. Aunque muchos no nos crean, Dios de alguna forma nos fue avisando, sueños con olas repetitivos entre algunos amigos cercanos y nosotros durante meses anteriores. Aunque no sabíamos lo que vendría de alguna forma estábamos más preparados.
Durante nuestra última semana de vacaciones decidimos volver antes de lo pensado y fue lo mejor.
En mi vida he presenciado dos terremotos, el de 1985 grado 7.4 en Santiago y este último. Bueno todo compatriota sabe que durante su vida deberá al menos afrontar 3 o 4 terremotos y yo ya voy en los 2.
Durante el sismo despertamos rápidamente y por la duración y fuerza supimos que el tema era mayor. En un minuto fue tanto el impacto y el movimiento que con mi esposo clamamos a Dios y oramos para que él hiciera su voluntad con nosotros, ya a esa altura (literalmente) estábamos entregados.
No nos podíamos sostener en pie, así que sentados él en la cama y yo en suelo decidimos esperar a que pasara. El entorno no ayudaba mucho a la tranquilidad, todo oscuro por un corte generalizado de electricidad, gente gritando de otros departamentos y el esqueleto de fierros del edificio que crujía con un sonido muy feo.
Luego cuando finalizó tratamos de buscar una linterna y bajar los 18 pisos antes de las nuevas réplicas (ni me acuerdo como los bajé), tomamos el auto y fuimos a ver a nuestros padres.
En fin, a Dios gracias nuestras familias, amigos y hermanos en Cristo, todos bien.
Siempre vemos la misericordia de nuestro Dios en que no ocurrió un día de semana, en horario laborar, con niños en los colegios. Pudo ser más fatal aún.
En regiones cercanas al epicentro el clima fue de horror. Negligencias de comunicaciones fueron responsables de cientos de muertes.
La lección aprendida, plan de contingencia para mejorar las comunicaciones y los sistemas de alerta. A la comunidad que este siempre preparada con agua, linternas, comida no perecible, etc. . ya que en un país sísmico esto ocurre a menudo.
En cuanto a las congregaciones y pastores, se reunieron para pedirse perdón para arrepentirse, para unirse.
En realidad, le veo mucho más futuro a un plan de contingencia del gobierno.